Vivencias, Stories and Life

Matices Rosa y Gris

Lydia Nevárez

Hola, send me a text

Matices rosa y gris nos habla del amor filial que es infinito; el amor de un joven padre, de una madre, y una hija cuyas vidas coincidieron en la sala de un hospital. Y que quedaron marcadas para siempre por los sucesos que los llevaron allí.
Celebra la esperanza y la añoranza que proviene del fondo de nuestro corazón.

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Matices Rosa y Gris

No podia dormir 3:05 de la madrugada en el mes de marzo. Tenía sed y me levante a templar el agua para tomar. La bebí pero seguia con tanta sed!

Después, al querer volver a dormir y cerrar mis ojos, llegó a mi mente y más que a mi mente -a mi corazón, un recuerdo:  ¡Aquella noche en que una mujer lloraba!.  Queda muy queda en aquella sala de espera del hospital. 
Estaban, además de nosotras, al menos una docena de personas. 
Ya hacía como una hora que a algunos nos habían sacado del área de acompañamiento a pacientes que estaban en la sala de urgencias. Los medicos  atendían una emergencia de un joven  que habían sufrido un accidente y que llegó en la ambulancia. 

La mujer, era evidente que tenia ansiedad y dolor y, mientras lloraba cabizbaja, me acerqué. Ella  con sus manos cubriéndose la cara, sollozaba quedamente. 
Le pregunte si me permitía hablarle; Ella me miró como asintiendo.  Me senté en el piso frente a ella, le ofrecí mis manos en silencio. 

Pero… ¿Que hacia yo allí? 
Era el segundo día en que cuidaba de mi padre. Aquella tarde, mientras le hacían unos estudios medicos, salí a tomar el aire y me encontré con la puesta de sol. 
Se sentía el ambiente caluroso, aún en un día de primavera.

Y al ver la belleza de la creación, ¡le proclamé al infinito como si quisiera que mi padre lo escuchara! ¡-No quiero que te vallas! ¡Y cerré mis ojos! 
La única respuesta fue la brisa, con ese calor seco y desidratante de Mi Laguna querida.  

Volviendo a la mujer que lloraba, me dijo que su hijo había sufrido un accidente y los medicos le habían informado que estaba muy grave.
Él era el joven que vi de lejos, cuando nos sacaron de la sala de emergencias. A quien los medicos luchaban por estabilizar. Y yo al salir, pasé a un lado de su sangre derramada en el pasillo.

¡Ella era su madre! 
¡Cerré mis ojos Y en ese momento Sentí su dolor! 
Mis palabras de esperanza y aliento a no desfallecer quizás le dieron un poco esperanza. 

Pero…  ¿cómo se consuela a una madre ante esa angustia? Y ¿cómo es que se consuela a una hija, ante lo inesperado y la amenaza de lo incierto?

De repente, el silencio, aquel nuestro silencio, lo rompió una voz, era una enfermera que llamaba a un hombre.
El responde poniéndose de pie!  Ella le dice con una sonrisa: ¡ya nació tu bebé!
La alegría de aquel joven padre era una promesa. Y a la vez una reivindicación -que la vida es! ¡y nos ofrece los matices rosa y gris! 

Y esto es lo que vió la madrugada: Un joven padre  lleno de alegría!. 
Una madre,
una hija.
¡Ambas con el aliento suspendido de verdades, y añorando que sus amados retomaran el nuevo amanecer!

Entonces, en la penumbra de mi cuarto y meditando, recordé que tenia un sueño cuando desperte con tanta sed.
En mi sueño vi a mi padre, que a mí, su niña de 5 años contemplaba.  
Me veía reír maravillada, viendo miles de burbujas de colores de arcoíris, contenidas al alcance de mi mano.

Y recordé algo que mi padre me compraba en la alameda, aquellos frascos reciclados de comida de bebé, llenos de  agua jabonosa, que con un limpia pipas en forma de letra  P, al soplar producían esas burbujas.

¡Descansa padre mío que he visto tu mirada que amorosa me acompaña! 

Y tu niña linda,  ¡duerme tranquila, que tu padre amó tanto el verte sonreír!
— Y el verte jugar con el agua jabonosa con colores de arcoíris.
— y tus manos pequeñas y regordetas. 
— TUS PIES DESCALZOS Y TU PELO LARGO.
RECUERDA SIEMPRE  LA FUERZA DE SUS BRAZOS.
Y SU MANO PROTECTORA Y FIRME CUIDANDO DE LA TUYA. 

Mujer!, Y tu mujer... Bendita seas donde quiera que estes!

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